lunes, 14 de mayo de 2012

DE DÓNDE SALEN MIS CUENTOS III


Varios de mis relatos surgieron como una especie de protesta hacia costumbres, modas o actitudes de la gente con las que estoy en desacuerdo. Un ejemplo es “Una familia muy normal”, que se publicó hace unos años en un libro de texto: 

Doña Norma, Normita y don Pascual
son una familia muy normal.
Doña Norma con la limpieza es insaciable
por eso tiene la ropa impecable.
Lava y plancha todos los días,
su casa parece una tintorería.
Don Pascual hace de jardinero:
cuida las plantas con tanto esmero.
Las poda, las poda, las poda,
y deja sin hojas a todas.
Doña Norma admira su prolijidad,
¡es el jardín más limpio de la vecindad!
Normita juega con su muñeca
que tiene la cara llena de pecas.
Le lava la cara con lavandina
porque sin pecas será divina.
Los sillones parecen recién comprados,
siempre los tienen muy bien tapados.
Bien aprendido lo tiene Normita:
“Los sillones se usan cuando hay visitas”.
Doña Norma lustra el piso y lo hace brillar,
pero no se puede pisar, hay que volar.
Normita lava sus dientes continuamente,
y don Pascual sus uñas constantemente.
Y para tener un poco de diversiones
la familia  toma unas vacaciones.
Eligen la playa más limpia y bonita
y llevan sombrilla, toallas, mesita.
Pasan las tardes de ese verano
comiendo sánguches, tomando helado.
Todos los días cambian de lugar,
es increíble cómo relaja el mar.
A medida que ellos se van moviendo
la mugre en la playa va creciendo.
Doña Norma, Normita y don Pascual,
convierten la playa en un basural.
Vuelven a su hogar tan descansados,
la playa los dejó muy relajados.
Notan la casa algo sucia al llegar:
- No perdamos tiempo, hay que limpiar.
Doña Norma, Normita y don Pascual
son una familia muy normal.

Otro ejemplo es el cuento que da nombre al libro, La máquina de la felicidad y otros delirios, publicado en Cántaro en 2001 con ilustraciones de Horacio Gatto.



Es el retrato de una familia que teniendo en su poder una supuesta máquina de la felicidad con un manual de instrucciones, por las muchas ocupaciones diarias que exige la sociedad en que vivimos no se hacen tiempo para leerlo y así la máquina se les vuelve un estorbo. Hasta el día en que se la regalan al jardinero...

En el mismo libro, ¿No tiene algo nacional? es un diálogo breve entre una mujer y un vendedor de "supuestos" artículos regionales. Un fragmento:

"..........................................
-¿Y el chaleco de vicuña?
- Vino de Cataluña.
-¿Las boleadoras?
- Son de Angola.
-¿La guitarra?
- Es de Ottawa.
-¿Y el mate con la bombilla?
- Hechos en las Antillas.
- No me diga que la virgencita de Luján...
- Sí, le digo: es de Taiwan.
.........................................."

Está el diálogo de dos amigas en el supermercado, Viva concursando, que junto con otros cuentos conforma el libro "Ojos para ver y otros cuentos" publicado en Libros del Quirquincho en 1996, que ilustré con collage de papeles recortados:

(Click sobre las imágenes para agrandar)

VIVA CONCURSANDO

(La escena transcurre en un supermercado. Dos amigas conversan mientras empujan sus carritos entre las góndolas.) 

María Luisa  ¡Qué tarde que fuiste ayer a buscar a Fede al jardín!

Lucía Paola  ¡Calláte! ¡No sabés la cola que había para retirar las bases del concurso de Cola-Loca!

María Luisa  ¿Las tenés?
Lucía Paola  Ajá.
María Luisa  ¡No te puedo creer!  
Lucía Paola  Creéme.
María Luisa  Ay, por favor, después pasámelas por teléfono, que yo te paso las de Ke-ricura.
Lucía Paola  ¡Buenísimo! Bueno, te cuento: ayer, cuando llegamos a casa con Fede después del jardín, tuve que cocinar algo muy rápido porque se moría de hambre ¿Y sabés qué hice?
María Luisa  Ni idea.
Lucía Paola  ¡Polenta “Yamismo”! Se hace en dos segundos y a Fede le encanta. Además, ¡sorpresa!, adentro del paquete había un número.
María Luisa  No me digas que...
Lucía Paola  ¡Escuchá! Yo no sabía nada del concurso ese. A la tarde encendí la tele y en el programa "Viva concursando" explicaron lo de la polenta.
María Luisa  ¿Y?
Lucía Paola  Que para ganar hay que formar el número 451.304.289, ¡y yo ya tengo el 2! ¿Te dás cuenta?
María Luisa  ¡Qué suerte que tenés!
Lucía Paola  (Mientras llena el carrito con paquetes de polenta.)
Ayer me llevé cuarenta paquetes de polenta, pero nada, no encontré ningún numerito. Hoy me voy a llevar ochenta. ¡No puedo desaprovechar esta oportunidad!, pensá que ya tengo el número 2.
María Luisa  Y digo yo, ¿qué hacés con tanta polenta?
Lucía Paola  ¡La comemos! Me compré un libro de cocina que se llama: "Cómo comer polenta todos los días y no cansarse". Lo venden acá, en el supermercado y trae unas recetas bárbaras.
María Luisa  (Mirando su reloj.)
¡Pero qué tarde se hizo y tengo que ir a hacer la comida!
Lucía Paola  Si hicieras polenta como yo no tendrías tanto apuro, ¡se hace tan rápido!, y además, ¡hay muchos premios!
(Se acercan a la caja y, mientras pagan, siguen charlando.)
María Luisa  Me parece que desde mañana en casa vamos a empezar a comer polenta.
(Cuando están saliendo del supermercado.)
María Luisa  Ay, se me fue el colectivo.
Lucía Paola  ¿El colectivo? ¡Si vos vivís acá a la vuelta!
María Luisa  Ya sé, ¿pero no te enteraste del concurso de los colectivos? ¡Andá sacando boleto, nena!
Lucía Paola  ¡Ay, esperáme que voy con vos! Yo también quiero participar.
 (Salen del supermercado y junto a la caja quedan dos señoras charlando.)
Señora 1  ¿Usted sabe cuál es el premio del concurso de polenta?
Señora 2  No estoy segura, pero creo que es un viaje en colectivo por distintos barrios o algo así. Lo que si sé es que con el concurso del boleto de colectivo se puede ganar un canasto repleto de paquetes de polenta. Qué bueno, ¿no? 


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